“El negro abismo, la insondable esfera.
Lo invisible, lo incógnito, lo arcano.
Todo está abierto al pensamiento humano.”
(Alejandro Venegas, Discurso de Despedida, 1905.)
Alejandro Venegas Carús, el quinto hijo, nació en Melipilla el 29 de mayo de 1871. Su familia pertenecía a las primeras clases medias del Chile republicano. Hijo de José María Venegas, quien era dueño de un modesto «almacén» dedicado a la venta de abarrotes, vinos, licores, artículos de ferretería, elementos para la labranza e inclusive libros mantendrían económicamente el hogar del pequeño Venegas. No obstante el comercio no lo era del todo para su padre, ya que éste participaba activamente en un diario de tendencia progresista, dirigido por el político chileno Enrique Cood (1826-1888), y de conocer socialmente al revolucionario Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886). Desde la mirada del historiador chileno Cristián Gazmuri: «(…) los progenitores de Alejandro Venegas eran personas que todavía aceptaban como algo natural el predominio, en todos los ámbitos, el sector social alto.»
Frente a esto, es posible interpretar que la familia de Alejandro Venegas aceptaba y coparticipaba de las nociones progresistas y utilitaristas, tanto de la vida pública como privada, mezclándose con las costumbres y tradiciones conservadoras.
Con los años Venegas Carús ingresaría al Colegio Católico de Melipilla y le tocaría vivir desde la distancia las novedades de la Guerra del Pacífico (1879-1884). Posteriormente, su padre decidió matricularlo en el Instituto Nacional –calidad interno- bajo la dirección del Rector Diego Barros Arana (1830-1907). Sin embargo, Venegas no logró continuar sus estudios por problemas serios de conducta. Durante el mismo año volvió a su provincia natal y se dedicó al trabajo familiar. Según el profesor y escritor Martín Pino Batory: «No sintió dejar el colegio y si lloraba el día de su partida era por temor al castigo paterno que le esperaba»; dada a las condiciones económicas que había invertido su padre por el carísimo pago educacional.
En 1887 la epidemia de cólera azotó a Chile, Venegas junto a su hermano mayor José María Segundo lograron aprender a administrar el centro médico de urgencia, en donde diferentes comunidades aledañas de Melipilla asistían periódicamente; quizás este hito provocó un cambio rotundo en la formación académica de Alejandro Venegas, por lo cual decidió retomar los estudios, mediante un examen de admisión y obtener el bachillerato en el Instituto Nacional.
Según Gazmuri: «Por esos mismos meses presentó en la «Academia literaria Diego Barros Arana» un análisis introspectivo de su vida hasta entonces; se manifestaba también el Venegas auto-analítico y angustiado. El recuerdo de su madre, fallecida en 1889, consolidaba esa tendencia sicológica.» En el mismo año, el presidente José Manuel Balmaceda (1840-1891) fundó el Instituto Pedagógico con el objetivo de aplicar un plan de cobertura educacional, lo que consolidaría una política pública de acuerdo a las necesidades de alfabetización.
Venegas Carús no dudó en inscribirse para estudiar Pedagogía en Francés, aunque su padre le recomendó con suma urgencia estudiar Derecho en la gloriosa Universidad de Chile. En este proceso de vida, Venegas conoció a sus pares: Enrique Molina Garmendia (1871-1964), con quien consolidó una amistad muy fraterna tanto en el plano profesional como familiar, a los hermanos Fidel y José Le-Brun, y al poeta Antonio Bórquez Solar (1874-1938).
Entre sus formadores en la primera hornada del Instituto Pedagógico destacan: Hans Steffen (Historia y Geografía), Dr. Jorge Schneider (Filosofía y Pedagogía), Domingo Amunategui (Director del Instituto Pedagógico, 1892-1922), Dr. Federico Johow (1° Director Ciencias Naturales), Dr. Albert Beutel (Ciencias Físicas), Enrique Nercasseaux (Literatura española y americana), Dr. Federico Hansen (Filología), Dr. Rudolf Lenz (Lingüística), Dr. August Tafelmacher (Matemáticas).
Parafraseando al historiador e investigador Santiago Peña y Lillo, la apertura del Instituto Pedagógico permitió colocar en práctica nuevos principios didácticos: primero, crear una prestigiosa profesión basada en estudios científicos; segundo, preparar a los profesores secundarios en el conocimiento de ciertas técnicas pedagógicas que iban adquiriendo, gradualmente, mediante un plan de estudios “concéntrico”, es decir, asignaturas por separadas, que exigía al alumno un gran esfuerzo de memoria y dosificación de las disciplinas, todas éstas distribuidas en seis años de humanidades.
Luego de la Guerra Civil de 1891, y con la derrota del presidente Balmaceda, dos años más tarde, Venegas fue contratado como docente e inspector de segunda clase por el Liceo de Valdivia, su carisma de maestro lo convirtió en un personaje muy particular para la comunidad escolar, ya que la ausencia insostenible de los estudiantes a clases era prácticamente cotidiana, y por ello, Venegas Carús comenzó a dictar conferencias abiertas en distinto puntos de la ciudad para fomentar y estimular el quehacer educacional de los niños frente a sus padres.
Después de un par de años, Enrique Molina invitó a Venegas a formar parte del cuerpo docente del liceo de Chillán, y en este nuevo ámbito laboral tradujo obras griegas y latinas, especialmente las lecturas clásicas, y tuvo como alumno al célebre escritor Fernando Santiván (1886-1973).
De hecho, el maestro Molina lo consideró a Venegas como un gran amigo que selló una fraternidad perentoria, y lo expresó de la siguiente manera en sus memorias: “¡Qué de cosas hacíamos continuamente juntos! Fuera de las labores del Liceo trabajamos en la Sociedad de Instrucción Primaria.
Para interrumpir la monotonía de la vida del pueblo organizábamos en casos bien señalados fiestas sociales, bailes, paseos campestres, comidas. ¡Qué gran compañero era en todas estas circunstancias Venegas!: activo, abnegado, infatigable y siempre de buen humor.”
Por otra parte, Venegas participó activamente en el partido de la Alianza Liberal y, como miembro activo del grupo político, realizó algunos discursos nocturnos en la Plaza de Chillán a favor de la candidatura de Pedro Vicente Reyes Palazuelos (1835-1918) en 1896, en la cual clamaba un “liberalismo avanzado”, nada revolucionario y con ciertas alusiones negativas a los “eclesiásticos politiqueros.»
Es muy probable que la predominancia de los escritos y discursos de Venegas Carús se hayan originado por los numerosos viajes que realizó en el territorio nacional, y observaba las paupérrimas condiciones de vida de las comunidades.
Molina Garmendia comentó en sus memorias que: “Venegas hacía estos viajes, que no eran de recreo sino de esfuerzo, en vacaciones, sin sustraerle un solo día al cumplimiento de sus vacaciones del Liceo. Los hacía por su propia cuenta, a costa del miserable sueldo que percibía.
Tenía que viajar con pasaje de segunda o tercera clase y hasta en cubierta de los vapores (…). Estaba preparado nuestro amigo para soportar las incomodidades de los malos alojamientos, la ruda comida de los trabajadores y las penurias de una travesía casi sobre duras tablas, sin el confort de una cabina.”
Como se puede apreciar, los maestros tenían una remuneración bajísima en relación a otras profesiones como abogacía y medicina. Empero, para el educador éste no le fue impedimento para empatizar con las personas más menesterosas, quizás es por este motivo que sus colegas más cercano lo admiraban.
En su contraparte, era necesario “guardar las apariencias”: ¿Cómo un funcionario público se exponía a semejante ignominias? Molina manifestó que las autoridades del Liceo de Talca reprendían a Venegas por exponerse a estas andanzas, ya que podía perder su respetabilidad social. En consecuencia, a esta actitud moralista, Venegas Carús se teñía de rubio el pelo, el bigote, la barbilla y con su tez morena resultaba ser un tipo raro, una mezcla entre inglés y mongol que en sus recorridos vendía sus propios libros.
LA CONSPIRACIÓN DEL SILENCIO
Al regreso de sus viajes, Venegas presentaba, paulatinamente, las Cartas al Excelentísimo Señor don Pedro Montt sobre la crisis moral de Chile. La primera de ella, explica tácitamente las causas y sugerencias a los problemáticos temas económicos, específicamente la conversión metálica. Éstas fueron apareciendo en el año 1909, firmadas con el seudónimo Dr. J. Valdés Cange, y con un prólogo de un señor Enrique Concha Huidobro (que no puede ser otro que el mismo Venegas).
Los argumentos posteriores fueron expuestos en cada una de las misivas presentadas a las figuras presidenciales, y éstas señalaban un progresivo distanciamiento entre los ricos y los trabajadores. A reflexión del investigador Manuel Álvarez Pastene, el rol del papel moneda, generó beneficios incontables a las élites y sobre todo a los especuladores.
Este hito, gestó en la clase política dominante un “miedo paranoico”, debido a las revueltas sociales y a la organización obrera. No obstante, los oligarcas, probablemente subvencionaron y apoyaron económicamente a las fuerzas armadas con la finalidad de proteger las inversiones y el patrimonio. En este sentido, la solución tenía que originarse desde la administración del Estado, solventando a los más desposeídos y germinar la confianza y el respeto en los poderes públicos. Lamentablemente esto jamás se llevó acabo.
La obra de Alejandro Venegas Carús, sigue siendo reconocida por algunos intelectuales y políticos contemporáneos, como por ejemplo el Concejal PDI de Punta Arenas, Luis Godoy Gómez, quien manifestó en una de las columnas de opinión de La Prensa Austral: «Alejandro Venegas, profesor adscrito a la pléyade fundadora del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile en 1886.
Este ilustra y anima a acompañarlo en su faena de rescate de la figura de Venegas de la «conspiración del silencio» a que se le condenó. Así lo expresa en el prólogo de la obra Roberto Munizaga paradigma maestro, formador de legiones docentes en el Instituto Pedagógico y en la Escuela Normal Superior, establecimientos desaparecidos bajo las ráfagas del apagón cultural entre los años 1973 a 1989 (…).
Acerca del Autor :
Francisco Díaz Céspedes : Profesor y Magister en Filosofía de las Ciencias ( USACH) ,autor de «Salvajismo en el Recreo.Una mirada desde las Ciencias Sociales. Centro Cultural y Ecológico Paulo Freire . Santiago.2016 . «Claudio Gay. Los primeros pasos de la Ciencia Moderna en Chile».Centro de Investigaciones .PEIP. Santiago. 2018.