EL COVID-19 YA PASARÁ
El Coronavirus se controlará o mitigará en algún momento, y bien como lo ha señalado recientemente Mike Ryan director de Emergencias Sanitarias en la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría quedarse a vivir entre nosotros para siempre, convirtiéndose en un virus endémico. Mientras tanto se hace costumbre nuestra convivencia con el miedo y la inseguridad, que hemos construido como la suma de todos los temores, envueltos en su mortaja de misterios, histeria y el espanto que amplificamos cuando sentimos amenazada nuestra sobrevivencia, producto de la aparición de un virus que no deja de tener cierto parecido con la actuación de líderes políticos y gobernantes, respecto de ciertas peculiaridades como su tozudez, especialmente cuando las grandes tragedias naturales o de crisis, hacen aflorar las enormes diferencias sociales, y la reacción desde el estrado del poder siempre está condicionada a la protección eficaz y eficiente del mercado y sus reglas, a pesar que en este caso, la muerte acecha casi por igual a ricos y pobres, a sabiendas que su peor cara será siempre contra los más desamparados.
EL COVID 19 MATA A ANCIANOS,PERO REVIVE A VIEJOS POLÍTICOS
El COVID -19, ha sido la ventana temporal para la resurrección de figuras políticas, encaramadas en el proscenio de la televisión. radio, y las redes sociales, hablando sin respiro de la peste que nos azota, mostrando sus creaciones de túneles con duchas químicas matavirus, bailando quizás como una forma de exorcizar los males pandémicos, coanimando despachos en directo, contando historias, exponiendo sus conocimientos de salubridad pública.
LOS BAJOS DE MENA DE LA COMUNA DE PUENTE ALTO
En medio del padecimiento de esta doble pandemia, emerge potente y brutalmente golpeadora la realidad de una zona conocida como “Los Bajos de Mena” en la comuna de Puente Alto, puesta incansable y tenázmente como fuente de preocupación por el alcalde de dicha comuna, que en su testimonio nos recuerda el estigma de estos pobladores, su vida en viviendas de 40 metros cuadrados y en cuyos reducidos dormitorios llegan a ser compartidos por 4 y más personas cuando sabemos que se consideran condiciones de hacinamiento cuando un dormitorio es ocupado por 2,5 personas, que han sufrido el rigor de viviendas mal construidas, humedecidas filtradas por las lluvias de invierno, corriendo tras soluciones de parches, tomas, abandono, y luego olvidados, apretados y enrejados con servicios e infraestructura deficiente, clavando dolorosamente sobre nuestras costillas, mil historias de vidas, el retrato de una realidad fruto de políticas de estado y que escapa de las fronteras de Puente Alto y se multiplica y transforma en el símbolo de otros tantos Bajos de Mena que emergen en Lo Espejo, San Ramón, Renca, Lautaro, Cholchol y así en cada rincón de pobreza en Chile.
Los compatriotas que viven en tantos Bajos de Mena a lo largo de nuestro país, no pueden alentar la esperanza de un amanecer distinto inmediatamente pase la pandemia. Hoy en medio de su pobreza y hacinamiento, buscarán en los rincones estrechos de sus hogares, el refugio frío, pequeño, donde esconderse de esta nueva amenaza. a ratos asomados a través de los intersticios de sus paredes descascarilladas para observar la vida clandestina que seguirá pasando.
Cuando despunte el día se pondrán nuevamente de pie, maltrechos y cansados, cargando el temor de este virus que ha viajado miles de kilómetros desde Wuhan, para unirse al rostro conocido y duro de su pobreza, al final entre ambos, pocas son las diferencias, salvo que al coronavirus lo combaten estados y gobernantes con todos los recursos necesarios, en cambio la pobreza se subsidia, las soluciones integrales son costosas y de exiguo retorno para el modelo económico voraz, lo que finalmente hace vaticinar que esta condición de miseria se quedará mucho más tiempo que el COVID -19., dejándolos más postergados, cautivos y carcomidos por las drogas , el narcotráfico y la delincuencia, rendidos y sumisos a sus designios.
LA VERGONZOSA BRECHA DE DESIGUALDAD CREADA POR EL MODELO
Por los pobres en cuyo nombre hemos levantado banderas y discursos de justicia social es necesario hacer un esfuerzo mayor ahora, y esto nada tiene que ver con un discurso emergente progresista o de pseudoizquierda, porque esta historia de pobreza no se construyó en un día, y bien sabemos que el modelo económico que ha sustentado la vergonzosa brecha de desigualdad en Chile particularmente durante las últimas décadas ha sido mantenida con un cómplice guiño de gobernantes y políticos de izquierda y derecha, aquí se trata ahora de apelar a los custodios del estado para que extiendan de forma solidaria su rol protector, lo que significa asegurar la alimentación, atención de salud y permanencia de los servicios básicos durante los meses más críticos. Lo que debiera venir de fondo cuando el país enfrente la peor crisis que genere esta pandemia, en un futuro cercano, es iniciar un cambio y apertura de oportunidades, es concordar un camino de salida efectiva, para la pobreza extrema, un compromiso país con las cartas sobre la mesa, que dé cuenta de la comprensión y la imperiosa necesidad de cambiar el curso de esta pobreza extrema, se trata de un estado ético en el significado de amar y respetar a las personas en su dignidad
No es esta la ocasión para ramplones populistas que hagan promesas demagógicas, se requiere de verdad –mucho más que la medida de lo posible-de cuidar en esta emergencia a los que como muy bien lo han expresado muchos jefes comunales, van a sumar estos días a su pobreza, más desempleo y confinamiento en espacios reducidos, hacinados, con sus despensas vacías. Allí hay una urgencia que no se puede esquivar, hay niños que socorrer, a los que hay que llegar con alimentación y con la contención que repare su salud mental, aunque la prioridad de la autoridad a la cabeza del Ministerio de Educación, tenga obsesivamente la idea huera de la vuelta a clases de los estudiantes agitado principalmente por aplicar el SIMCE.
. Cuentas más cuentas menos, lo cierto es que la sociedad requiere gestos de ayuda y protección muy por sobre el estándar desplegado por las autoridades políticas gobernantes, para intentar acercarse al eje de paz social que podría nuevamente verse alterado. si los efectos adversos de la pandemia son justa o injustamente adjudicados a su gestión. Existen todavía fuentes de recursos sobreprotegidas (ej: AFP) disponibles para acometer y revertir esta sensación de que se entrega ayuda, pero que llega tarde y es insuficiente.
Cuando las palabras parecen no ser suficientes para insistir en el autocuidado, en las medidas de protección hacia los más necesitados por su mayor fragilidad frente a la pandemia, entonces no parece haber mejor disposición para volver a tener esperanza en lo que haremos con nuestro futuro, que un desafío planteado en la reflexión de Byung-Chul Han, filósofo surcoreano: “No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta”
Acerca del Autor
Sergio Benevenutto Donoso es Profesor, Licenciado y Magister en Educación, Postítulo de mención en Ciencias Sociales Historia y Geografía, Diplomado en Liderazgo y Gestión Estratégica Educativa.mayo 2020