Hoy me despertó (me levanto tarde) el llamado de un amigo, el cual me alertaba sobre unas maquinarias que afanosa y diligentemente destruían la pileta de la Plaza de Maipú. También me señalaba que las redes sociales ardían, reclamando por tamaño atentado al patrimonio.
Como el curioso ciudadano que soy, no pude evitar conectarme a mi dispositivo portátil. Al leer el tenor de los comentarios, que se escribían sobre todo en Facebook, perfectamente pude darme cuenta de la valoración que la gente otorga a ciertos hitos o hechos del paisaje urbano. Predominaban en el ciberespacio las añoranzas que señalaban a la pileta como el típico lugar de reunión; algunos le atribuían a esta un altísimo valor patrimonial (hecho razonable, puesto que los ciudadanos suelen otorgar valor a un rincón de esta naturaleza); aun así, no eran pocos los cibernautas que recriminaban el lamentable actual estado del sitio, convertido en un lugar feo, con rayados de todo tipo y carente de agua, por lo que era difícil reconocer aquella construcción como una pileta. A la hora de las culpas, casi todos atribuían negligencia a las autoridades municipales y las responsabilizaban de su destrucción, específicamente al alcalde. Algunos más desinformados, seguramente recién llegados, hablaban de la destrucción de la Plaza, aunque lo cierto es que ese espacio en el cual se ubicaba la pileta nunca ha sido una plaza, por más que la gente se esmerara en llamarlo así. Cuando fue fundado, Maipú no tenía plaza y su estructura urbana no tenía el plano inicial de “Damero”, como la mayoría de las ciudades, razón por la cual hoy en día es tan caótico su flujo vehicular. En consecuencia, sin plaza existente, tampoco podía existir pileta.
Debido a que esta demolición ha dado para todo tipo de comentarios, analistas y opinólogos han preguntado de cuándo data esta obra, y han hecho un llamado a los “rescatistas” del patrimonio maipucino a que den una respuesta. En Maipú, dicho sea de paso, pululan los “rescatistas” del patrimonio. Para qué, digo yo, si el patrimonio está ahí, a la vista, nos rodea y acompaña en el día a día. No hay necesidad de rescatarlo; solo hay que conocerlo, dimensionarlo y respetarlo, tal como lo hace el Atlas oficial de Maipú, estupenda y valiosa publicación, en donde no aparece consignada la instalación de la popular pileta, lo cual indica que esta fue una obra de hermoseamiento más en la gestión de un dinámico alcalde.
La mentada pileta solo data de la década de los 80 y fue una obra de hermoseamiento inaugurada por el alcalde Gonzalo Pérez Llona. Recalco esto, porque a la hora de crear mitos somos casi insuperables. No vaya a ser que algún afiebrado imagine que ahí se refrescaron los soldados del ejército patriota, tal como se ha dicho respecto del célebre pimiento*, centenario árbol en donde O´Higgins y San Martín amarraron, según el delirio colectivo, a sus fieles caballos.
En la prensa local del año 1979, específicamente en el Periódico Maipú, cuyo jefe de crónica era el señor Jaime Mallea, se realizó una campaña en contra del comercio y los kioscos que se habían instalado ahí (¿cuándo no?). El Alcalde Gonzalo Pérez Llona erradicó los kioscos, despejó el lugar y anunció que ahí se iban a realizar obras de hermoseamiento, instalando una pileta de agua. Hemos escaneado el periódico aludido.**
En suma, y volviendo al presente, la pileta fue destruida o demolida para permitir el avance de los trabajos que mejorarán el proyecto TranSantiago, magna y triste obra que perdurará por los tiempos en la acomodaticia memoria del chileno. Pero a no decaer, pues las autoridades encargadas de este elefante blanco han prometido que todo lo demolido, y que tenga significado, será restituido. Ojalá que al menos esta promesa, señor te rogamos, sea cumplida.
* Sobre el pimiento, fue bastante usual que se le cambiase el nombre al árbol, identificándolo con especies distintas. En una crónica de la época, lo catalogan de encino; en un comentario de ayer, lo bautizaron como espino; y hasta un ex concejal, en plena sesión, habló del “comino”. Desde luego, no dejaré en evidencia a dicha autoridad, por lo que solo voy a dar las iniciales del ex concejal del PRI, José “Pepe” Ruiz.
** No “pirateado”, como ha dicho por ahí don Jaime Mallea, pues se indica la fuente y, además, la fotografía en cuestión corresponde a la imagen de un semanario depositado en la Biblioteca Nacional, imagen que no posee copyright. En todo momento se señala la referencia de origen para que otros rescatistas del patrimonio no se apropien de ella, ya que pertenece al Periódico Maipú del año 1979.
Créditos imagen :
Periódico Maipú, Nº 94, noviembre-diciembre 1979. Fotografías de Jaime Mallea y Hugo Guerrero. Laboratorio Fotográfico Juan Velásquez.
https://www.facebook.com/maipu del Recuerdo