LA NOMOFOBIA ES EL MIEDO DE ESTAR SIN EL USO DEL APARATO TECNOLÓGICO, PUESTO QUE SE SUFRE DE ANSIEDAD A CORTO PLAZO, CUYO ACTO ES COMPLETAMENTE IRRACIONAL, PROVOCANDO INESTABILIDAD, AGRESIVIDAD VERBAL Y DIFICULTADES GRADUALES DE APRENDIZAJE.
15 años atrás era impensable comunicarse en un tiempo espontaneo y presente con el que está realmente distante. Y hoy, el cuadro es más común de lo que parece; ya que las particularidades de la sociedad de consumo logran evidenciar un ritmo cualitativo en atender a las expectativas de ciertos intereses individuales. Por ejemplo, cuántos de nosotros responde un WhatsApp o un mensaje de Facebook cuando estamos de visita en casa de amigos o de nuestra familia. En sí, la conectividad nos permite acercarnos al que está lejos y nos separa del que está cerca.
Un reciente estudio, realizado por Gfk Adimark(1) junto a Entel, confirmó una tendencia: “Los chilenos somos adictos al celular.
Incluso ya se habla de “Nomofobia”. Según la pericia, “el 64% de los chilenos reconoció que el Smartphone es el objeto tecnológico más importante para sus vidas”. Además que en Chile hay 23.7 millones de celulares activos. Es decir, por cada 100 habitantes hay 132 aparatos y el 77.8% de los accesos a internet se realizan a través de los celulares, y mayor aún el 76 de los usuario revisa el celular antes de salir de la cama y, su revés, el 87% antes de dormirse en la noche (2).
En estas cifras repercuten, principalmente, en los escolares, ya que ellos, son lo más afectados en su formación integral; debido a que están sociabilizando mediante las “pseudo-relaciones virtuales”, perdiendo específicamente el lenguaje verbal y no verbal. Y de sumar, que la anomalía de “sedentarismo tecnológico”, ha aumentado considerablemente, por lo que se refleja el bajo rendimiento deportivo y –en cierta medida- la elevada obesidad escolar. Una alegoría de ello, es que cuando sonaba el timbre o la campana en los recreos –antes de la existencia de estos aparatos- los niños salían corriendo a jugar “a la pelota”, “al pillarse”, “a la payaya o payanca”, “a la escondida”, etc. Hoy en cambio, suena el timbre o la campana, y los escolares salen con celular en mano sin sonrisa alguna y caminando lentamente, por la mera razón de querer estar “conectado”.
Es una paradoja relativista pensar que los alumnos aprenden muchos más con la información de toda la humanidad en un objeto compuesto de gran espectro y de no tener la capacidad suficiente de concentración para comprender un texto o las cuatro operaciones básicas de la bella matemática. Es decir, los educandos cognitivamente no entran predispuesto a aprender lo que corresponde en la clase, sino que ellos tienden a esperar el momento exacto para conectarse al escenario virtual. “Pobre profesor, que necesita detener su clase para decirle al alumno: ¡Guarda tu celular por favor y coloca atención!”.
En síntesis, la nomofobia es el miedo de estar sin el uso del aparato tecnológico, puesto que se sufre de ansiedad a corto plazo, cuyo acto es completamente irracional, provocando inestabilidad, agresividad verbal y dificultades graduales de aprendizaje.
Es por este último, el que más agrava la situación de los alumnos en el aula. Esperemos que los profesionales de la educación –a nivel ministerial- manejen y orienten ciertas medidas pedagógicas a los establecimientos educacionales con respecto a este tema; ya que los estudios demuestran que seguirá acrecentándose mayor aun. Por lo tanto, usted como lector -padre o madre- supervise y apoye al docente en esta situación tan compleja que estamos viviendo como mundo “globalizado”.
(1) Fuente Gfk Adimark: http://bit.ly/1SHAECE
(2) Fuente Subsecretaria de Telecomunicaciones.
By Francisco Díaz Profesor y magister (c) (USACH)