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Fuente :Diario Sexta Región https://www.diarioviregion.cl/index.php/77-columnas-y-articulos/12113-la-gripe-asiatica-sobre-colchagua-en-1957-primera-parte

 

La influenza de 1957, tal como la pandemia actual de Covid-19, tuvo su origen en la China continental; desde ahí su propagación se extendió por el continente asiático, para luego arribar a Europa y finalmente a América Latina y Estados Unidos; fue precisamente a una embarcación de este último país que se le atribuyó la llegada a Chile del virus, cepa denominada indistintamente como  A-Asia 57 o a Japón-305. Para la segunda semana de julio, el brote de influenza estaba plenamente identificado, con casos desarrollados en las provincias de Tarapacá y Antofagasta, en paralelo a Valparaíso y Santiago. En la provincia capital, el punto más alto de contagio ocurrió en la semana comprendida entre el 28 de julio y el 3 de agosto.

 

A diferencia de brotes anteriores de influenza, el de 1957 se caracterizó por tener una baja letalidad, la cual no superó el 0,15 % de los casos totales; sin embargo, y pese a lo verídico del porcentaje anterior, la cantidad de fallecidos no dejó de ser considerable, tal como se desprende de estudios comparativos. Tomando como parámetro los índices de 1956, en el que se registraron 815 decesos por influenza, para 1957 la cifra llega a cuadruplicarse, cobrando la vida de 3.064 personas. En esta misma línea, el mes de agosto es el que se consagra como el punto de mayor mortalidad, con 1.929 fallecimientos por influenza, muy por encima de las apenas 85 víctimas que se anotaron en 1956.

 

La modernidad de la segunda mitad del siglo veinte chileno, junto al crecimiento urbano, industrial y económico, confirieron a esta epidemia de influenza rasgos peculiares en relación a crisis sanitarias precedentes. De partida, se trató del primer episodio de salud pública que contó con la colaboración y el monitoreo de organismos internacionales, fundamentalmente la Organización Mundial de la Salud, creada en 1948. Dicho trabajo mancomunado permitió replicar protocolos ya probados en otros puntos del planeta, además de llevar un manejo ordenado de datos y estadísticas.

 

En términos de información, no resulta arriesgado afirmar que la influenza de 1957 fue el primer evento sanitario oficialmente mediatizado, pues entre las principales medidas adoptadas por la autoridad política estuvo la preparación de informes regulares, emanados del Servicio Nacional de Salud, los cuales se hacían llegar directamente tanto a prensa escrita como a medios radiales, los formatos comunicacionales más importante de la época (la televisión, ahora imprescindible, recién haría su llegada al país en 1959). Tal iniciativa tuvo por objetivo mantener informada a la ciudadanía, a fin de que no cundiera en ella la alarma o la preocupación desmedida, y así evitar la sobre demanda hospitalaria y el desorden social.

 

Para concentrar esfuerzos y recursos, el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo decretó la creación del Comité Nacional de Influenza encabezado por el doctor Conrado Ristori y conformado por un amplio panel de epidemiólogos, bacteriólogos, estadísticos y anatomopatólogos. El comité, que sesionaba semanalmente y adquirió existencia permanente, tomando en cuenta que la enfermedad pudiera manifestarse en años venideros, determinó entre muchas resoluciones el aumento de la atención domiciliaria y el incremento de camas hospitalarias. Respecto al primer ámbito, el promedio de 2.500 consultas a domicilio se elevó a 7.524 visitas, alcanzando un alza del 400 % durante el punto más álgido del brote. El ascenso de camas hospitalarias, en tanto, no fue menos cuantioso: de 180 camas adultas, concentradas en el hospital Ramón Barros Luco, se pasó a un total de 1.200, añadiendo además 500 camas pediátricas. Tanta readecuación de servicios y prestaciones supuso desde luego modificaciones en el régimen de trabajo del personal médico, el cual, está demás decirlo, se vio sometido a largas jornadas de sacrificio y abnegación.

 

Y si bien la mortalidad fue acotada, la tasa de morbilidad, por el contrario, resultó inusualmente elevada. Evidencia de esto queda registrada en la encuesta médica publicada el mismo año por el Servicio Nacional de Salud, efectuada con la ayuda de 100 estudiantes de medicina, cursando sexto y séptimo de la carrera: de 15.339 consultados, un 65.5 % declaró haber contraído la influenza, tendencia quizás estimulada por la ausencia de cuarentenas, suspensiones de clases y medidas de aislamiento.

"De la Peste Negra a la Pandemia del Coronavirus:Las crisis sanitarias en el Chile Moderno"
Proyecto financiado por el Fondo de Fomento Medios Regionales  del MINISTERIO SECRETARÍA GENERAL DE GOBIERNO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

 

Retamal, Felipe. Cuando la influenza devastó a Chile: la olvidada pandemia que azotó al país en 1957. En suplemento Culto, diario La Tercera, 21 de mayo de 2020. Disponible en: https://www.latercera.com/culto/2020/04/07/cuando-la-influenza-devasto-a-chile-la-olvidada-pandemia-que-azoto-al-pais-en-1957/

 

Ristori, Conrado et al. La epidemia de influenza asiática en Chile y su repercusión en la mortalidad. Informe del Departamento de Epidemiología del Servicio Nacional de Salud de Chile. Disponible en https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/12420/v49n2p132.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 

Valenzuela, Guillermo et al. Aspectos epidemiológicos y medidas de control de la epidemia de influenza en la ciudad de Santiago de Chile. Informe De la Dirección General del Servicio Nacional de Salud de Chile. Disponible en: https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/14983/v44n4p316.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 

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