Junio, el mes que conmemora a Eloísa Díaz, la primera mujer médico en Chile.
A finales del siglo XIX, una mujer chilena versó noblemente en la valentía y en la lucha por la participación pública, tanto en el proceso histórico de nuestra identidad nacional como la contribución a la institucionalidad científica. Eloísa Díaz nació el 25 de junio de 1866, y fue la primera mujer médico de Chile y de Latinoamérica. Según la historiadora chilena, María José Cumplido, “en una época cuando las mujeres solo contadamente podían asistir a la universidad, su historia engloba la de todas aquellas que fueron primeras en adquirir una profesión y entraron a un espacio masculino –la universidad- que las miró con sospechas, dudando permanentemente de sus capacidades.”(1) .
En 1881, con tan solo quince años ingresó a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, mediante la aprobación del Decreto Amunátegui (1877), y seis años más tarde obtuvo el título de Médico Cirujano con la memoria: Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad en la mujer chilena y de las predisposiciones patológicas propias del sexo (1886). Estudio que analiza sobre la aparición de la pubertad en la mujer chilena y de las predisposiciones patológicas del sexo.(2).
En el escrito, Díaz postula que “la participación del sistema nervioso en la función menstrual, estos cambios sobrevenidos moralmente en el carácter de la mujer, i por fin, los trastornos que experimenta el organismo femenino, por la falta de esta función, son a mi entender los signos mas evidentes para demostrar que la menstruación no solo tiene su asiento localmente en el ovario sino que está bajo el influjo del sistema nervioso que ocupa el primer lugar en su producción.”(3) .
Es posible homologar, de forma general, los postulados de Díaz con Oliva Sabuco de Nantes Barrera; enfatizando que el ejercicio de observación clínica es fundamental para constituir las bases de la anatomía.
En cierto sentido, la historia médica que presenció Díaz en los estudios de casos que sustentaron el marco teórico de su investigación, se manifestaron aspectos epistemológicos de la historia de las ciencias, particularmente desde los eruditos de la antigüedad clásica hasta a mediados del siglo XIX,(4) lo que es viable a comprender que la constitución de las bases científicas estuvo formada por un correlato de teorías y prácticas generacionales.
Por otra parte, Díaz no estaba tan sólo preocupada de los conocimientos científicos que postulaba sino de las miserables condiciones de vida de innumerables mujeres que habitaban el territorio nacional; la cual describió: “¿Qué extraño, es pues, que con estas condiciones de vida i en medio de esta miseria, surja el crimen, como una esperanza i el vicio i corrupción como un lenitivo de semejantes sufrimientos? I desgraciadamente la miseria aumenta, i la mujer la destinada a reproducir i conservar las generaciones la que sufre todo el peso de esta vida tan terrible! I entre esta clase, para colmo de desgracias, es donde la fecundidad es incompletamente superior a las demás. Así pues, modificar esta situación, indicar al poder supremo la decadencia inminente de nuestra raza sino se remedia luego este estado de cosas e indicar los medios de hacerlos es el deber de los hombres de ciencia, que se harian reos ante su conciencia i ante el pais de una culpable neglijencia; las habitaciones para obreros, construidas por el Estado, el aumento de los salarios, i la vigilancia de las tabernas son los primeros recursos de que se debe echar a mano.” (5).
En estricto rigor, Díaz estaba apelando a una política de salud pública, solución demasiado moderna para el colectivo imaginario de la clase política de aquellos tiempos. Sin embargo, la médico chilena continuó en su labor práctica en el cuidado de patologías en diversas ciudades del país. Así, recorrió muchísimas escuelas fiscales, analizó las carencias de cada una de ellas y escribió periódicamente extensos informes que detallaban la situación de éstas con sus posibles soluciones. Por ejemplo en la Escuela Superior N°1 de la Alameda, menciona: “Arreglar el sistema de ventanas y colocar en todas ellas celosías de madera. Arreglar el piso del patio, arreglar los desagües de las letrinas y colocar un gran ventilador en la cúpula del vestíbulo.”(6).
En 1910 participó en el Congreso Científico Internacional de Medicina e Higiene de Buenos Aires, donde fue nombrada «Mujer Ilustre de América». Fue designada primera directora del Servicio Médico Escolar de Chile en 1911.(7)
La escasez, la insuficiencia y los paupérrimos recursos que destinaba el Estado a los establecimientos educacionales eran deplorables, no obstante la motivación de asistencia social que demostraba Díaz con su comunidad, promovía intrínsecamente el reconocimiento de los pobladores hacia su persona. Así, suscitó el desayuno escolar obligatorio, la vacunación, los remedios, el vestuario, los jardines infantiles y convencer a las madres y padres de lo importante que es el colegio.
En el año 1920, el Parlamento aprobaría la Ley N° 3.654 de Instrucción Primaria Obligatoria que garantizaba la gratuidad de la educación primaria (Básica) para todos los habitantes de Chile. El artículo 17° de esta ley veló por el cumplimiento de la obligación escolar; “cuidar la moralidad e higiene de los establecimientos de educación pública o privados; pedir al Presidente de la República que ordene subsanar sus defectos y pedir aún su clausura si hubiere peligro grave para la moralidad y vida de los alumnos o para el orden público. En todo caso, deberá proceder oyendo previamente a los propietarios o directores de los establecimientos.”(8)
A juicio de Cumplido, Eloísa Díaz participó como miembro del Servicio Médico Escolar de Chile, de la Asociación de Señoras contra la Tuberculosis, de la Liga contra el Alcoholismo y la Liga de Higiene Social. Díaz en sus últimos diez años de vida, siempre estuvo preocupada por las diferentes patologías de los chilenos y chilenas, en especial las niñas y los niños. Pronto llegaría el crepúsculo de su vida, y la médico cirujana se retiró de las funciones públicas a la edad de 60 años, y el 1 de noviembre de 1950 muere en el Hospital San Vicente de Paul de Santiago a la edad de 84 años.
Fuente:
- Cumplido, M.J. Chilenas. La historia que construimos nosotras. Ediciones Sudamericana. Chile. 2017. P. 61.
- Díaz, E. Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad en la mujer chilena y de las predisposiciones patológicas propias del sexo. Memoria de prueba para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Medicina i Farmacia, leida el 25 de Diciembre de 1886. Santiago de Chile. Imprenta Nacional. 1887.
- Ibídem. P. 9.
- Ibídem. Pp. 10-14.
- Ibídem. P. 20.
- Díaz, E. Recopilación de informes del médico-inspector de las escuelas públicas de Santiago: presentadas al Ministerio de Instrucción. Santiago. Imprenta Nacional. 1905. P. 7. En Ibídem. P. 65.
- Siebert, F. “Eloísa Díaz, la primera mujer médica de Chile y Latinoamérica.” Universidad de Chile. Lunes 4 de enero de 2016.
- Ley N° 3.654 Sobre Educación Primaria Obligatoria. Publicada en el Diario Oficial N° 12.755 de 26 de Agosto de 1920. Santiago de Chile. Imprenta Lagunas & CO. 1921. P.12.
Sobre el autor
Francisco Díaz es Profesor, Magíster en Educación ( USACH) y Escritor