La hacienda Lo Espejo fue un extenso campo que debe su nombre a los primeros propietarios del predio, la familia Gutiérrez de Espejo, quienes posteriormente vendieron el terreno al chichero y filántropo Pedro del Villar, el cual al momento de su muerte legó la propiedad a los hospitales de Santiago; ya hacia el 1800, dichas tierras, cuya extensión comprendía más de 3.500 cuadras, fueron adquiridas por Fernando Errázuriz Aldunate, y subdivididas durante el año 1842 en tres hijuelas de nombres significativos: hijuela Maipú, hijuela Los Bajos e hijuela Rinconada.
Para el año 1818, la hacienda Lo Espejo tuvo inesperadamente un espacio protagónico tanto en la antesala de la batalla de Maipú como en el desenlace del combate. Ya en la víspera, en la noche del 4 de abril, el ejército realista al mando de Mariano Osorio se instalaba en las casas de la hacienda, luego de un extenso viaje que se había iniciado el último día de marzo, procedentes de Rancagua. Fue aquí que se produjo un desajuste entre las tropas españolas; la división comandada por Primo de Rivera –así lo consigna Benjamín Vicuña Mackenna- sufrió un considerable extravío de ruta, desviándose inexplicablemente hasta el sector de Pudahuel; semejante despiste fue advertido por las guerrillas patriotas desplegadas en el sector, quienes hicieron correr la voz y pusieron en alerta al mando mayor de San Martín.
Ya en el fragor del 5 de abril mismo, luego del feroz entrevero de sables, cañones y caballos, la batalla de Maipú tuvo su epílogo con la huida de parte del ejército español precisamente hacia la casona de la hacienda.
Ante la arremetida final de las fuerzas patriotas, las tropas de Burgos fueron desarticuladas, renunciaron a cualquier intento de resistencia e iniciaron un caótico retiro en distintas direcciones, principalmente hacia el fundo de Lo Espejo, perseguidos por la caballería enemiga.
En este ataque fulminante fue el coronel Las Heras quien encabezó la destrucción de ala izquierda realista, incitando a los españoles la despavorida huida. Las casonas eran un conjunto de edificaciones de adobe con tapias adyacentes a un viñedo, ya que era la única parte verde del llano de Maipo.
Poseía tres amplios patios y estaba rodeada por una gruesa muralla que posibilitaba la protección de doscientos soldados. Pese a esta ventajosa característica arquitectónica, los batallones reales no supieron organizarse y tomar una posición defensiva, quizá perturbados por el temor a ser aniquilados.
Además de la perturbación del momento, también la deslealtad se dejó revelar en aquel pasaje, pues al parapetarse tras los muros de adobe, los realistas enarbolaron bandera blanca de rendición. Al advertir esta señal, los soldados de Gregorio Las Heras bajaron la guardia, no obstante, desde el interior un cañón cargado de balas hizo volar las puertas.
Los patriotas, indignados, aceleraron la marcha para redoblar el ataque, pero fueron repelidos por una ráfaga de fusiles que atravesaba patios, puertas y ventanas. El deshonesto ardid permitió la retirada de un pequeño número de españoles a través de las viñas que se encontraban detrás de las viviendas, al son de un destemplado sálvese quien pueda. Sin embargo, se calcula que un total de quinientos hombres cayeron en dichos terrenos, en donde Ordóñez buscó refugio, última resistencia realista aplacada por el Batallón Chileno Coquimbo. El cronista inglés Samuel Haigh, en su relato
“Viaje a Chile durante la época de la Independencia”, describe el desolador panorama: “La hermosa propiedad de lo Espejo presentaba un aspecto terrible después de la acción, con sus puertas y ventanas perforadas por las balas, sus corredores, muros y pisos sembrados de sangre coagulada y restos de masas encefálicas, y los alrededores cubiertos de cadáveres. La casa estaba repleta con el bagaje de los españoles y en ella la devastación era horrible.”
Lugar en donde concluyó la batalla, las casas de la hacienda Lo Espejo escenificaron la consolidación del triunfo patriota.
En sintonía a tal importancia, el 22 de agosto de 1959, bajo la administración del alcalde José Luis Infante y mediante gestión del instituto O´Higginiano de Maipú, se inauguró un monolito y posteriormente el Ejército de Chile donó dos cañones que se instalaron ahí. Su ubicación actual corresponde a la intersección de las calles Camino a Rinconada con avenida Las Naciones.
Referencias :
(1) Haig Samuel «Viaje a Chile durante la época de la Independencia» Imprenta Universitaria,Santiago de Chile 1917
ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL PROYECTO . “LOS SITIOS OLVIDADOS DE LA BATALLA DE MAIPÚ”, DE WWW.RADIOEME.CL FINANCIADO POR EL FONDO DE MEDIOS METROPOLITANO 2018 DE SECRETARÍA GENERAL DE GOBIERNO Y GOBIERNO REGIONAL METROPOLITANO.
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antiguas glorias duermen en ese sector, las nuevas generaciones deberian conocer esto
seguidor fiel de estos artículos históricos con datos tan desconocidos, un aporte a la blogosfera,
wow paso todos los días por ahí y no tenía idea que todo eso había ocurrido en ese lugar… ahora lo miraré con otros ojos
que bueno que aún quede buena memoria e interés para repasar estos lugares y hechos históricos.
que notable documento y relato para hacer historia y memoria
ya ese monumento no está o no queda nada. Allí se encuentra una dependencia municipal .una especie de casa de la cultura.Lindo homenaje a los patriotas que rindieron su vida allí.
Cerca de ese lugar quedaba la lechería que era muy concurrida por nuestra familia.